Gluten: más allá de la celiaquía
¿Eres de las que cuando oye la palabra gluten miras hacia otro lado creyendo que eso no va contigo?
-“Si yo no soy celíaca”- piensas. “No tengo que evitar el gluten”.
Y efectivamente, estás en lo cierto.
No tienes por qué evitarlo, pero déjame explicarte porque sí sería conveniente que lo hicieras.
El gluten es una proteína que está presente dentro del grano del cereal, por lo tanto, no podemos eliminarla con el remojo, la cocción o la fermentación.
En concreto, el gluten está formado por 2 componentes: la gliadina (o prolamina) y la glutenina, y es precisamente la prolamina la que nos puede causar más problemas.
El gluten está presente en la mayoría de los cereales y derivados que consumimos en nuestro día a día: Trigo, espelta, centeno, cebada…¡y hasta en la avena!
Para que te hagas una idea, el trigo contiene entre un 80-90% de prolaminas.
Cuando ingerimos un alimento que contiene gluten, este llega a nuestras células intestinales (enterocitos) liberando una molécula llamada zonulina, que abre las uniones que tenemos entre nuestros enterocitos, permitiendo que pasen a la luz intestinal sustancias que no deberían pasar.
Todo esto se traduce en una activación de nuestro sistema inmune generando una respuesta inflamatoria sistémica.
Es como un mecanismo de defensa que tiene nuestro intestino ante la entrada de patógenos y otros compuestos que reconoce como extraños.
Las personas diagnosticadas de enfermedad celíaca suelen presentar unos anticuerpos positivos (anti-transglutaminasa), además de unas lesiones histológicas compatibles.
Son aquellas personas que presentan unas manifestaciones clínicas más típicas de celiaquía: diarrea, pérdida de peso, vómitos, distensión abdominal, etc… pero esto solo ocurre en el 12.5% de los casos.
Para entenderlo mejor, pensemos en la celiaquía como un iceberg:
En la parte superficial, la visible, tendremos todos aquellos pacientes con una sintomatología clásica y unas pruebas complementarias compatibles (ese 12.5% que te contaba)
En la parte más profunda del iceberg, la no visible, tendremos al resto de la población.
Dentro de este 87.5% restante, tendremos por un lado los pacientes con enfermedad celíaca silente (aquellos que no presentan síntomas, pero sí anticuerpos y lesiones histológicas compatibles) y, por otro, los pacientes con enfermedad celíaca latente (aquellos susceptibles de presentar la enfermedad en algún momento de su vida).
La mayoría de nosotras nos encontramos en este último grupo. No presentamos síntomas, pero todas somos susceptibles de desarrollarlos a lo largo de nuestra vida.
Llegado a este punto puede que te preguntes,
- “¿Entonces debo evitar el gluten a toda costa?”
La respuesta es no.
Entendiendo cómo actúa el gluten en tu organismo, podrás comprender mejor en qué situaciones será necesario evitarlo:
- Si tienes una enfermedad celíaca diagnosticada.
- Si tienes alguna enfermedad autoinmune (recuerda que el gluten activará nuestro sistema inmune).
- Si tienes alguna enfermedad/proceso que curse con inflamación (las famosas -itis).
- Si tienes Diabetes Mellitus.
- Si tienes colon irritable, sobrecrecimiento bacteriano o alguna otra patología intestinal.
El resto de la población deberíamos limitar su consumo en el día a día y eliminarlo en esos momentos en los que atravesemos algún proceso inflamatorio acompañado con su correspondiente sintomatología: dolor abdominal, insomnio, cansancio, diarrea, lesiones cutáneas, herpes, cefalea, infecciones de repetición, etc…
Esto no significa que a partir de ahora tengas que ver el etiquetado nutricional de cada alimento en busca de si contiene gluten o trazas de gluten.
Tan solo toma conciencia de la cantidad de alimentos con gluten que consumes a lo largo del día (pan, tortitas, galletas, cereales, harinas, pastas, fajitas, crepes, bases de pizza, porridge…) e intenta reducirlos en la medida de lo posible o sustituirlos por otros alimentos que no lleven gluten.
Para ayudarte en este proceso, te propongo 5 ideas de desayunos sin gluten:
- Tostada de trigo sarraceno con jamón serrano, queso de cabra y tomate
- Pudding de chia con yogur de coco, nueces y kiwi
- Granola casera de quinoa y semillas con yogur y frutos rojos
- Porridge de copos de trigo sarraceno con bebida de almendras y toppings (plátano, nibs de cacao, nueces…)
- Tortilla francesa con jamón cocido y aguacate
Espero que ahora entiendas un poco más acerca de cómo el gluten influye en tu estado de salud y puedas tomar acción para mejorarlo.
Si tienes alguna duda o necesitas que te acompañe en tu proceso personal de recuperación de tu salud y bienestar, puedes contactar conmigo mandándome un email a hola@emedemarta.com